domingo, 28 de octubre de 2007

Las hijas de Gamarra



La vocación empresarial comienza en casa. Ellas aprendieron de sus padres el valor del trabajo y luego, en las aulas, la capacidad de gerenciar. La segunda generación está preparada|millones de dólares es el promedio de ventas anuales de Gamarra


Por Julio Escalante Rojas


Raúl Sánchez, empresario de Gamarra desde los 70, siempre quiso que Gina estudiase Medicina. De sus seis hijos ella era la única mujer y se imaginaba que todos algún día la llamarían doctora. "Quizá mi papá lo veía como una profesión de mayor roce social, de élite", dice Gina Sánchez, quien finalmente eligió Administración en la Universidad del Pacífico. La empresa que por años había vendido ropa para niños pasó hace cinco a confeccionar moda para jovencitas. A los 29 años, Gina está a la cabeza de ese cambio. ¿Cómo se imagina a una empresaria de Gamarra? Obviamente viste la ropa que confecciona. Todos los días Gina evalúa nuevos modelos con su diseñadora, supervisa la producción en el taller, se reúne con proveedores, da un vistazo a sus tres tiendas marca Bangüi, le demuestra a sus padres que sí puede y le queda tiempo para enfurecerse si la competencia le copia un diseño.


Gamarra ha sido por más de cuatro décadas un emporio comercial donde la gente que no tenía nada acudía con la esperanza de cambiar su vida. Pedro Manzur, director de Únete, gremio que agrupa a empresarios de Gamarra, mira con esperanza para el sector textil y confecciones que más jóvenes se involucren en los negocios de esta zona. Pero si hay algo que golpea a los negocios familiares es la asfixia financiera. Es decir, las necesidades económicas de la familia crecen mas rápido que las de la empresa, y por eso invaden sus ganancias. También hay otros problemas. Luis Scerpella, director de Cendef, consultora en estos temas, añade que aunque la siguiente generación tenga una mejor preparación académica que la anterior, ello no es suficiente garantía de éxito si no se piensa también en profesionalizar los procesos. Las chicas de Gamarra lo están aprendiendo.


HERENCIA DE VALORES

Scerpella dice que por encima de los años del negocio, el momento idóneo para que la siguiente generación esté lista para ingresar a la empresa "depende de que se haya logrado una transmisión exitosa de los valores o cualidades que hicieron posible el éxito empresarial, y eso es lo más complicado de transmitir".


Jacqueline Mondragón cuenta la historia de sus padres con orgullo. Hijos de provincianos, matrimonio joven, local con paredes de triplay, empresarios hechos en la batalla para apoyar a sus tres hijas. "Ellos no tuvieron educación superior, pero están muy conscientes de que la educación es lo mejor que nos han dado", dice Jacqueline (26) quien, como su hermana Geraldine (24), estudió Administración en la Universidad de Lima.
La casa de los Mondragón tiene cuatro pisos, más un sótano y todo eso es un taller de solo ropa para niñas. "De un momento a otro crecimos y no nos dimos cuenta", dice Jacqueline. Antes de tener más puntos de venta -- en Gamarra tiene dos-- ha decidido enfocarse en la exportación. ¿Qué tanto han influenciado Jacqueline y Geraldine en los cambios de la empresa? Ellas han aplicado herramientas de márketing para renovar sus tiendas. Ellas trajeron a la mesa familiar el interés por participar en ferias como Perú Moda. Ahora exportan a Ecuador, Venezuela y Estados Unidos.


Por otro lado, la familia Tapia Zorrilla tiene siete tiendas en Gamarra y vende ropa para niños y damas. Las tareas están repartidas. Miriam (27), la hija mayor, ha estudiado en la Universidad del Pacífico, y supervisa la producción de prendas en tejido plano. Melissa (25), a punto de terminar Economía en la Universidad Ricardo Palma, es la encargada de las ventas y finanzas. Los estudios la cambiaron: "Ahora veo si es conveniente comprar al contado, cómo puedo manejar los préstamos, negociar con mis clientes y absorber una mayor utilidad".
SALIR DE GAMARRAMabel Barreto está a cargo de una página web que ofrece productos de Gamarra. Y claro, una de sus tareas ha sido buscar clientes y convencerlos de que existe algo llamado Internet que puede ser un nuevo medio de promoción para sus tiendas. Los jóvenes han sido los más atentos a escuchar sus propuestas. Jacqueline Mondragón cuenta que le costó convencer a su padre de gastar mil dólares en desarrollar una página web. "Los hijos de Gamarra han entendido que lo importante es salir de Gamarra, que los conozcan en todas partes", dice Barreto.


El gerente del Comité PYME de ÁDEX, Roberto Molero, dice que hay hijos de empresarios que estudian comercio exterior en esta institución porque "eso va a permitir que sus empresas sobrevivan". Una de esas estudiantes ha sido Sandra León. A los 20 años ya era la gerente general de Confecciones Pradech, la empresa que iniciaron sus padres en Gamarra. Pero Sandra tenía el mando con una formación aprendida en el trabajo. Cuando decidió estudiar eligió lo que iba a hacer posible su sueño de exportar. No quería otra cosa.


EL NEGOCIO CRECIÓ

Mudarse a Gamarra fue para la familia Humala un nuevo comienzo. Cuando sus hijas eran aún pequeñas, Renée Cruz se inició de empresaria con una máquina de coser en el Mercado Central. Creció confeccionando vestidos. Pero a mitad de los 90, cuando la competencia de los productos chinos hizo tambalear su negocio, sus hijas tomaron una decisión: vender ropa casual y pantalones jeans. Pero no cualquier pantalón, sino uno que combata la ley de la gravedad. Lo bautizaron "saca pompis". Y así el entalle que resaltaba los glúteos se convirtió en el detalle de su marca Jeans Roy. "Por qué no arriesgarnos, pronto se convirtió en una prenda muy usada por las mujeres", dice Susan Humala.


Roxana (38) creció más cerca de sus padres y aprendió de ellos, no pisó la universidad. "Terminé el colegio y me fui a trabajar --dice-- lo mío era vender". Susan (37) sí estudió diseño de modas y Kathy (32) eligió administración. Para ella, de niña, era un castigo ir a la fábrica. Trabajó en otras empresas, pero el sueldo y los horarios no la convencieron. Adquirió experiencia y eso le sirvió para volcarlo en Jeans Roy. "Como trabajábamos en un entorno familiar, no le dábamos mucha importancia al área administrativa, pues teníamos un negocio todavía pequeño. Hasta que de pronto creció y vimos lo importante que era", dice Roxana, la mayor de las hermanas que hoy tienen 13 tiendas en Lima y clientes en Puerto Rico, España, Ecuador y Japón. En una fábrica que tiene una capacidad instalada máxima de 30 mil prendas mensuales, las Humala reconocen que el manejo de la empresa no solo depende de ellas, por eso contratan asesores y otros profesionales en diversas áreas. A eso lo llaman trabajo en equipo.


fuente, el comercio



miércoles, 24 de octubre de 2007

Sube precio de predios en Gamarra por dinámica de sector confecciones


Calle del emporio comercial de Gamarra. (foto: Andina)


martes, 24 de abril , 2007 / El valor de los terrenos ubicados en el Emporio Comercial de Gamarra se ha incrementado en los últimos años debido al interés de diversos productores por establecerse en esta zona ante la dinámica que registra el sector confecciones, señaló hoy el director de la Unión Nacional de Empresarios Textiles (Unete), Pedro Manzur.

Precisó que el precio por metro cuadrado fluctúa entre 4,000 y 5,000 dólares, nivel superior en cinco o seis veces al que se registra en el Jirón de la Unión, en el centro de Lima.
Indicó que el metro cuadrado de terreno en el centro comercial de Gamarra cuesta tan caro como en la Quinta Avenida de Nueva York, zona comercial estadounidense.

"Gamarra sigue creciendo y no sólo por el interés de establecerse de productores nacionales, sino también de parte de importadores principalmente de confecciones chinas", informó a la agencia Andina.

El empresario refirió que hace unos ocho años el metro cuadrado en el centro comercial de Gamarra se situaba entre 2,500 y 3,000 dólares, pero en los últimos años este costo se ha elevado.
Explicó que la diferencia de precios entre Gamarra y el Jirón de la Unión se debe a que en este último punto ha diminuido significativamente la actividad comercial, pues ya se retiraron los principales actores del centro de Lima, como los grandes bancos, las instituciones financieras, entre otros, mientras en Gamarra existe una venta dinámica de confecciones.

"Un negocio de 20 metros cuadrados en Gamarra vende una gran cantidad de productos y ello explica la proliferación de galerías y edificios en dicha zona comercial, inclusive en muy pocos metros cuadrados", dijo.
fuente -Andina

martes, 23 de octubre de 2007

Gamarra: Industria a todo trapo

CONCURSO DE BECAS BID AMÉRICA
En Lima, Perú, miles de pequeños empresarios le dan proyección mundial a la milenaria tradición textil de su país
Por Ana Cecilia Marín Arana, Universidad Particular de Chiclayo, Perú


En Perú, millones de puestos de trabajo se mueven al mecánico compás de una máquina de coser. La moda ya no es sólo aquella inexplicable fascinación con la que algunos se entregan al placer de revolver el clóset en busca de un atuendo distinto. Y aunque todavía muchos la vean como un tema banal, posee un enorme poder comercial que al Perú, entre alpacas y algodones, empieza a darle auspiciosos resultados.

“En lo que va del año, las exportaciones textiles y las confecciones se han incrementado en un 35%, pero si nos referimos a Estados Unidos, que es el gran mercado mundial, hay casi un 40% de incremento de exportaciones hasta el mes de agosto del 2004”, dice orgulloso el ingeniero José Alejandro González, presidente del Comité de Promoción de Exportaciones (Prompex). En Gamarra, una inmensa aglomeración de fábricas de confección y comercios textiles en las afueras de Lima, más de 14.000 empresarios se dedican al negocio de las prendas, generando unos 75,000 puestos de trabajo. Ese posicionamiento ha llevado a que, en los últimos años, prendas de manufactura peruana ganen un lugar en los escaparates de las mejores tiendas de modas del mundo. Para fines del 2004, se esperaba que las exportaciones totales en el sector superaran los 1.000 millones de dólares.

Quizá el mayor esfuerzo de Prompex por impulsar la industria nacional de la moda fue el lanzamiento, en abril pasado, de la marca Perú Moda, con la cual se organizó una feria internacional que trajo a Lima a más de 100 empresarios textiles de todo el mundo, además de un desfile con un grupo de diseñadores peruanos que trabajaron trajes con fibras de alpaca, y los algodones pima y tangüis.

“Son diseñadores a los que acogemos con la intención de formar una escuela, una corriente peruana que lleve la tradición del país, de sus fibras y que, al mismo tiempo, puedan lanzar una colección no precisamente de alta costura, pero que puedan formar parte de la vida cotidiana del consumidor de sectores medios y altos de mercados internacionales”, explica Teresa Ichikawa, gerente del sector Textil, Confecciones y Accesorios de Prompex.

Los triunfos no han sido pocos. En febrero pasado, el stand de Perú Moda fue premiado como el mejor de la feria Magic de Las Vegas, una de las ferias textiles más grandes del mundo. Mediante un trabajo conjunto con Condé Nast, la editorial de modas más importante del mundo, en agosto del 2004 se editó junto a la revista Vogue un catálogo de moda peruana llamado Perú Fashion. La segunda edición se esperaba para noviembre. Vogue tiene un cuarto de millón de lectores solo en el mercado hispano.


Aunque hasta el momento el trabajo ha sido principalmente con diseñadores y empresarios de trayectoria reconocida, Prompex también ofrece talleres de implementación de prácticas en manufactura y mercadotecnia a los pequeños y medianos empresarios del ramo textil. “Las ofertas tienen que ser continuadas, consistentes en calidad y con entregas a tiempo. Si así no sucede, no habrá éxito. La idea es que se logre consolidar una oferta exportable, que sus productos superen la calidad del promedio mundial”, sentencia González. Según él, eso debería llevar a que la industria textil nacional supere “lo que se nos viene, porque el próximo año Estados Unidos suprimirá las cuotas textiles asiáticas [medida que beneficiará a productores chinos]. Y vamos a tener que saber enfrentar esa disminución. Quizá ser diferentes y no del montón nos permita sobrevivir”, concluye.

Desde otro extremo de la ciudad, Diógenes Alva, presidente de la Coordinadora de Empresarios de Gamarra —un imperio textil que moviliza alrededor de 3 millones de dólares diarios— considera que la única defensa segura frente a las importaciones chinas a precios bajísimos y al contrabando (tanto de ropa nueva como usada) es la capacitación. “Estamos preparándonos y capacitándonos, nos hemos asociado con Adex (Asociación de Exportadores) para poder alcanzar un Tratado de Libre Comercio (TLC), que es la única esperanza que nos queda para poder desarrollarnos. No queremos tecnología de punta, la gente necesita que le cambies de mentalidad, hacer consorcios y cadenas productivas”, dice con la seguridad de quien tiene 38 años en el negocio.

Y muchos jóvenes empresarios lo están entendiendo así. Rosario Guizado, hija de una de las familias empresarias más antiguas de Gamarra y miembro del comité Pyme Adex que hace poco estuvo en Puerto Rico negociando un TLC, explica que el éxito que se tenga en esas negociaciones “depende mucho de nosotros mismos: tenemos que llevar buenos productos y encontrar un mercado”, comenta.

El intento por mejorar la competitividad se está impulsando en Gamarra a través de talleres de asociatividad y normalización. La asociatividad intenta lograr que los empresarios se unan para alcanzar metas comunes, como facilitar las negociaciones de compras de telas e insumos, mientras que la normalización hace posible que el largo de una manga de camisa talla small sea el mismo en todas las tiendas de Gamarra. Es un paso previo para llegar a estándares más exigentes como el ISO 9000.

Lo cierto es que, en Gamarra, la mayoría de confeccionistas todavía hace diseños importados a los que luego colocan marcas internacionales. Pero unos cuantos, como Fortunato Huamán, dueño de la marca de ropa femenina Vané, apuestan por la marca propia. En sólo diez años, Fortunato pasó de ser un vendedor ambulante de polos a tener un taller con quince máquinas industriales, cinco tiendas en Gamarra y dos en provincias, además de exportar su ropa a Ecuador.

“Yo no tuve una persona que me diga que haga esto, me hice en esto”, dice Huamán. “Tengo una diseñadora que se dedica a hacer un catálogo de modelos, pero antes trabajaba con 35 personas, ahora tengo sólo 17 porque el contrabando ha hecho que bajen las ventas”, cuenta frente a una de sus tiendas. En los estantes se venden jeans y blusas de las marcas Vané y Nice: “Es una marca para distintos tipos de mercado. Vané es un poquito más cara porque se hace con tela nacional y Nice más barata, porque la tela es importada”, explica.

De trapos y trapitos. Como directora del CEAM (Centro de Altos Estudios de la Moda) organizadora en el Perú del concurso Jóvenes Creadores de la Moda, Norka Peralta sabe del prestigio que los diseños peruanos comienzan a ganar en el mundo: este año el premio del concurso se lo llevó la peruana Claudia Bertolero con una colección inspirada en el caballo de paso peruano. “Ahora es más clara la necesidad de diseñadores jóvenes como alternativa para el mercado de ropa distinta y juvenil y para diferenciarse de la oferta uniformada de los grandes almacenes”, dice Perlata.

Pepe Corzo, diseñador con trece años de experiencia repartidos entre el trabajo en vestuarios para teatro, en desfiles presentados alrededor del mundo y como director de arte de catálogos y comerciales de televisión, le hace eco a Peralte. “Aquí está apareciendo la moda partiendo no de grandes almacenes y grandes tiendas de alta costura, sino la moda como la respuesta de los diseñadores jóvenes que están vistiendo a la gente de la calle”, sentencia.


Para él, una de las mayores dificultades que deben enfrentar los diseñadores nacionales es “que los grandes almacenes traigan ropa de Hong Kong y Shangai, que son copias de la ropa que está de moda en Nueva York, a precios tan baratos y de tan mala calidad, que es imposible competir. A mí jamás se me ocurriría poner mi ropa ahí para que los precios me los tiren al piso”, comenta.
Quizá se deba a esa razón el que casi ningún diseñador peruano reconocido, salvo Ani Álvarez Calderón con su línea Aniac, piense en hacer colecciones más económicas que vayan con la filosofía de un gran almacén. Y la prisa de los empresarios de Gamarra por modernizarse estrenando tarjetas de crédito y food courts: ya no les basta con vender ropa barata para captar clientes.

Pero aunque inmersos en una misma industria nacional, los mercados a los que apuntan imperios microempresariales como Gamarra y la ropa hecha por diseñadores de modas son totalmente diferentes. “Cada uno tiene su rollo. Los de Gamarra piensan en exportar en cantidades industriales. Un diseñador piensa en hacer tres cositas pero que sean auténticas. Son dos cosas distintas. Una es ropa creativa y otra es ropa copiada: ninguna es mejor que la otra”, opina Corzo.

Con seis años de existencia, el CEAM es el primero centro de estudios en otorgar un nivel profesional a la enseñanza de la carrera de diseño de modas. Sus cerca de 200 alumnos reciben clases que combinan el dibujo con cursos de administración de empresas y talleres de confección que duran tres años con la posibilidad de hacer un año de estudios en una escuela asociada de Italia.

“Ahora hay más oportunidades, los chicos pueden presentarse a concursos de diseñadores y participan en los backstages de desfiles, porque tenemos contactos con diseñadores”, explica el profesor de dibujo Eduardo Fossa en el CEAM. Junto a él, la ex Miss Perú Claudia Ortiz de Cevallos traza delicadas líneas con grafito. “Lo mío viene de casa: mi mamá tenía una boutique de ropa y crecí entre trapos”, dice Ortiz. “Mi primera opción fue estudiar artes plásticas, pero no estaba muy segura. Por el modelaje me fui acercando al diseño de modas y la señora Norka me dio una beca luego de haber ganado el Miss Perú”, dice contenta, y de inmediato regresa a sus bosquejos.

Gamarra Capital de la Moda

Por Jesús Claros

Una experiencia de exitoso progreso comenzó a gestarse hace aproximadamente tres décadas en virtud al empuje de algunas personas, con poca instrucción en algunos casos, pero con una gran vocación de trabajo. Ha transcurrido el tiempo y hoy Gamarra es uno de los principales emporios comerciales de Lima y el Perú.

A unas cuadras del Mercado Mayorista, en el populoso distrito limeño de La Victoria, comenzó a generarse una labor marginal; que después fue cambiando hasta crearse una mixtura entre el Perú formal y el informal, liderados por Juan Infante, un joven empresario nacido en el distrito capitalino de San Borja.

Sobre él podemos decir que la Revista Time y la cadena CNN lo designaron como uno de los tres peruanos líderes del próximo milenio.

Infante actualmente lidera la Coordinadora de Empresarios de Gamarra, cuyos locales que expenden productos textiles, reciben hoy a más de 150 mil visitantes por día.
La mira de los dirigentes de este emporio comercial está dirigida al año 2005, fecha en que Gamarra debe ser ya el Centro Latinoamericano de la Moda, a través de comprometer los esfuerzos del Estado, el sector privado y la cooperación internacional. Apuntan a que sus empresas alcancen un mejor nivel competitivo con tecnología de punta y así hacerse sentir en el mercado mundial.
Su principal dirigente Juan Infante, disertó sobre la experiencia de Gamarra en una conferencia organizada por el Grupo de Trabajo en Cultura del Congreso de la República del Perú y cuya síntesis damos a conocer.


CIFRAS
Gamarra cuenta con 120 galerías comerciales en un espacio de 40 cuadras; 14 mil locales se dedican al comercio y/o industria de la confección y a los textiles; da empleo a 60 mil personas; moviliza cerca del 60% de todo el sector textil y confecciones peruanas destinadas al mercado interno. Se estima que moviliza más de 800 millones de dólares al año.
Único en Latinoamérica, es el lugar con más empresarios compitiendo en el Perú, con el mayor número de transacciones comerciales por minuto, en el país. Se estima que en los últimos ocho años en Gamarra se invirtió alrededor de quinientos millones de dólares entre edificios, maquinaria textil y de confecciones.

A pesar de esta explosión comercial, no ha generado aún canales de desfogue hacia el mercado externo y en la actualidad su oferta de mercado interno ya tocó techo.
Su rápido desarrollo originó la presencia de más de tres mil ambulantes y de negociantes de mercadería de contrabando y subvaluada, así como de negociantes que basaban su éxito en la evasión de impuestos.

En los alrededores de Gamarra se vivía una fiebre de competidores desleales, ambulantes, contrabandistas, subvaluadores y evasores, y el Estado fiscalizaba básicamente a los honestos.

¿HÉROES O VILLANOS?
Los primeros empresarios de Gamarra fueron unos héroes; pero en el transcurso de los años han pasado muchísimos empresarios que hoy no están en el mercado, que se equivocaron, que no supieron llevar su negocio y algunos no supieron honrar sus deudas; y no por ganas de hacer perro muerto, sino sobre todo por falta de manejo gerencial; y a veces también, por no poder resistir a su éxito.

La globalización también ha hecho que quienes hace unos años hayan sido talentosos hombres de negocio, hoy estén probablemente en camino a ser desplazados.

A pesar que no hay cifras ni estadísticas oficiales me aventuro a decir que el 1% sabe inglés; menos del 10% lee las páginas económicas de los diarios serios por lo menos tres veces por semana; menos del 5% ha leído un libro sobre gerencia en el último año; menos del 15% asistió a un curso de desarrollo gerencial en el último año o manda a sus trabajadores a capacitarse o tiene una computadora en su negocio, de los cuales menos del 10% sabe utilizarla y menos del 5% se conecta a través de Internet.
Menos del 20% tiene mandos intermedios entre él y su personal operativo, menos del 10% del personal de Gamarra tiene educación superior. En aspectos gerenciales hay un absoluto atraso.
Sin embargo, esa realidad es revertible como una constante de muchos empresarios en diferentes partes del mundo hasta que llega a la era del conocimiento, de la información.
Creo que nos hemos quedado en lo que es la profesionalización de nuestras empresas y la reingeniería necesaria. Hay empresarios exitosos que nacieron en Gamarra y comienzan a diversificarse sin tener aún ordenada sus empresas matrices.




EL ESTADO Y LAS EMPRESAS DE ETIQUETA
El proceso de cambio en la economía peruana lo lideró el Estado y algunos pocos empresarios que apostaron por el modelo liberal, aunque el proceso para muchos no haya sido necesariamente del todo bien llevado.

Las empresas de etiqueta, esto es las grandes empresas y las empresas manejadas profesionalmente, generaron, luego de los feroces azotes que el ministro Boloña les dio allá por el año 92, su propia oferta de recambio, aparecieron instituciones comandadas por el grupo Apoyo que le generaron servicios de capacitación, consultoría, primero de carácter general, y luego las de carácter específico.

Los servicios financieros a los que accedían también estas empresas mejoraron y la institucionalidad pública que las atendía ahora los comprendía más y los atendía mejor. No pasó lo mismo con nosotros.

El Estado hizo su aparición en Gamarra con un operativo militar de la Sunat en 1992, en el 95 volvió con tres seminarios que coorganizó la revista Gamarra con el Indecopi; en el 96 volvió con la Sunat bajo el liderazgo de Adrián Revilla también para seminarios. También existieron algunos intentos fallidos y esporádicos del vicepresidente Márquez para generar alguna actividad de promoción pro exportadora con la pequeña empresa de Gamarra. Luego de las movilizaciones de los empresarios, se instala en el año 99 algunas sedes institucionales de oficinas del Estado, aún tímidamente y con bajo presupuesto para sus tareas.

Si esto ocurrió durante estos años con institucionalidad pública, lo mismo o más grave pasó con la privada y con las empresas de etiqueta, rehusó llamarlas formales, y no todas entran en la categoría de grandes empresas, así que permítanme llamarlas de etiqueta.

La banca recién colocó su primer cajero automático a fines del año 96. Recordemos que "Ramón", el primer cajero automático, llegó al Perú en el año 78. A nosotros nos atendían en la calle hasta el año 96, bancos a los cuales no voy a mencionar, sea con sol o con lluvia cerraban sus puertas y atendían de diez en diez, dejando a todos los demás empresarios en la cola, afuera.
Una ONG hizo una tímida aparición, también fallida, en el año 96, y luego dos más la siguieron también tímidamente y con fracasos.

A partir del '98 y sobre todo en el año '99 la situación empieza a cambiar. Aunque aún las empresas que brindan capacitación como institutos, universidades, escuelas de administración de negocios, empresas de seguros, fondos de pensiones, las ligadas a la informática, aún no han pisado Gamarra.

Creo que eso tampoco nos debe sorprender mucho porque las grandes empresas proveedoras de insumos textiles y confeccionistas exportadoras tampoco mostraron durante todos estos años voluntad de entrar a luchar con fuerza por un Gamarra más competitivo. Yo recuerdo que hasta el año '95 ninguna empresa de las grandes importadoras de maquinaria de confecciones había puesto una oficina en Gamarra, teniendo ya aquí más del 50% de sus ventas.

Ausencia de confianza e incomunicación, carencia de vínculos, son palabras que pueden sintetizar la relación entre el mundo de las empresas sofisticadas, globalizadas con el de las empresas de Gamarra, con lo cual todos perdemos: ellos pierden potenciales clientes; nosotros perdemos conocimiento e información; ellos y nosotros, la posibilidad de convertirnos en socios de negocios.
Gamarra es hoy por hoy el centro comercial del Perú. Desde hace años ya lo era, pero Gamarra quiere más, quiere convertirse en la capital latinoamericana de la moda en el 2005 ¿ustedes creen que es posible? Pues debemos conseguir una cantidad de dinero importante ¿saben cuánto? más o menos 12 millones de dólares para poder desarrollar en los próximos tres años un agresivo programa de desarrollo empresarial que permita:

1) Que nuestras empresas y trabajadores superen las actuales deficiencias.
2) Que genere un clima de confianza para que las empresas de etiqueta confíen y nos consideren sus socios de negocios.
3) Esa cantidad de dinero nos permitirá conocer y penetrar el mercado de países vecinos como: Ecuador, Chile, Venezuela, Bolivia, Argentina y Colombia.
4) Nos permitirá integrar con los diseñadores de moda nacionales y extranjeros, de manera que se construya nuestra propia moda gamarrina.
5) Nos permitirá tener una sólida institucionalidad con la presencia del Gobierno central, local y representantes empresariales, que cuente a su vez, con un equipo gerencial de primera categoría.
Nada se va a lograr si a través de la cooperación internacional o de nosotros los empresarios o una mezcla de las tres fuentes no se consiguen los recursos que permitan desarrollar un programa integral que lleve a Gamarra a ser la capital latinoamericana de la moda en el año 2005. Es necesario un capital semilla que permita generar convenios de cooperación para un programa de desarrollo.



LA PROPUESTA

A. Adecuación de la gerencia de Gamarra a los nuevos conceptos gerenciales.

Los instrumentos que necesitamos:

- Diez eventos con los mejores expositores de la gerencia mundial cada año. El costo aproximado de cada uno, 35,000 dólares; el total por año, 350,000 dólares.
- Un seminario semanal con lo mejor de los docentes de la alta gerencia peruana. Costo por seminario: 2,000 dólares. Total: 45 semanas, 90,000 dólares.
- Un programa de asesoría gerencial, que implicará contratar a diez masters en Administración a disposición total de los empresarios gamarrinos. Costo aproximado por mes de estos diez masters: 30,000 dólares; 3,000 dólares por persona.

El costo total al año son 360,000 dólares. Si nosotros contamos con ese programa yo calculo que en un año y medio o dos vamos a tener totalmente renovado los conceptos gerenciales de los empresarios de Gamarra. Esa inversión la hizo el gran empresario peruano y hubo muchas entidades que han hecho negocio brindando los cursos de capacitación. Costaban más o menos 500 dólares y duraban un día. Se trajo a Peter Drucker y a lo mejor de la gerencia mundial.

B. Programa de reingeniería de las empresas de confecciones.

Es necesario un programa para hacer mucho más productivo el sector. Se propone la asesoría a empresas de confecciones, y para esto se requiere la contratación a tiempo completo de 30 ingenieros industriales especializados en confecciones para la asistencia de las empresas confeccionistas. El costo por mes, 60 mil dólares a 2 mil dólares por ingeniero industrial; el costo anual sería de 720,000 dólares. Estos 30 ingenieros asesorarán de tal manera que se renueve la forma de confeccionar que tienen hoy las empresas gamarrinas.

C. El programa de capacitación del personal.
En una tienda, comí un sandwich y digo: "¿cuánto es señorita?" "¡Cuatro!" me dice. "Un favor -le digo- ¿por qué no me dice: cuatro, señor. Me voy a sentir más contento". "¡Ah! tienes razón". En otra tienda pregunto: "¿Cuánto es?" "¿Eso no más vas a llevar?" me dice la dueña, que atendía. Le digo: "Oye, me haces sentir mal. ¿Por qué no me dice: no desea alguna otra cosita? Son 28 soles".

Wong ha tenido en el país la enorme habilidad para transformar en una semana a personas que no saben atender bien en personas que atienden estupendamente. Por eso es importante desarrollar un programa para nuestras vendedoras.

Instrumentos:
Se pueden capacitar a 12 mil vendedoras en un año, con un mes efectivo de capacitación por vendedora. El costo por cada una sería de 50 dólares. En un año suman 600,000 dólares de costo total.

Capacitación de operarios. En un año se pueden capacitar a 6,000 operarios a un costo de 200 dólares cada uno en un mes. Total por seis mil operarios de confección es un millón 200 mil dólares.

D. Un programa de fomento a las exportaciones.
Primero.- Se apostó y se quiso que enviáramos productos a las grandes cadenas norteamericanas, fracasó.

Segundo.- Por presiones se logró que se consiga la exportación para la pequeña empresa confeccionista básicamente en el mercado sudamericano.
Se han hecho estrategias, pero no las adecuadas por lo que proponemos la instalación de seis oficinas comerciales en: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Venezuela.
A un costo mensual de cada oficina de 15 mil dólares. En el año, las seis son un millón 80 mil dólares. Y luego, el último de los programas es el programa de posicionamiento como capital latinoamericana de la moda.

Si somos capaces de atraer a los diseñadores tenemos que contratar a cinco modelos de primera categoría; además si conseguimos que esos diseñadores nos brinden cursos de moda, estoy seguro que apenas se haga el evento vamos a congregar la atención de todos los diseñadores de moda de Sudamérica y de Latinoamérica, con lo cual con un solo evento estamos ya convirtiendo a Gamarra en un centro que a nivel latinoamericano no pasa en otras ciudades de América Latina con respecto al diseño de modas.

Calculo que el costo por evento es de 500 mil dólares, y dos por año hacen un total de un millón.
Además podemos hacer cuatro desfiles de moda anuales en las calles de Gamarra con la exposición de los trabajos de los mejores diseñadores de moda peruanos. El costo de cada uno de estos eventos es de 70 mil dólares, anual equivale a 280 mil dólares.

La última cuestión que hay que tener es una institución sólida, conformada por representantes del gobierno central, del gobierno local y los empresarios para que gerencien estos programas.
Este agresivo programa tendría un costo anual de 6 millones 680 mil dólares, si es que las cifras son las justas y creo que no he exagerado, ni tampoco me he quedado corto.

Además yo creo que el empresariado de Gamarra podría ir asumiendo progresivamente el 10% de este costo en el primer año, el 25% en el segundo y quizás el 50% en el tercer año.

Si asumimos que Gamarra factura 800 millones de dólares en el año y tributa 144 millones, este programa le costaría al Estado peruano, si es que decide asumirlo íntegramente él, que es menos del 10% de lo que recauda en Gamarra en un año por concepto de IGV; esta inversión se recuperaría cuando Gamarra genere apenas 67 millones de dólares adicionales en sus ventas.

El 18% de 67 millones son 12 millones y yo les pregunto ahora, ¿creen que es posible que Gamarra se convierta en la capital latinoamericana de la moda en el año 2005? ¿Será posible que coloquen masivamente sus productos en por lo menos seis países del continente? ¿Creen que es posible?

Los empresarios de Gamarra creemos que tenemos un futuro promisorio si es que nuestro socio el Estado conviene con nosotros en la tarea de desarrollar una fuerte industria de las confecciones en el Perú.

Si encontramos una fórmula viable para que esta propuesta lo sea, no dudamos que el beneficiado será el Perú.